[:es]Barcelona tiene una calle que nadie pisa. De hecho, está cerrada con una verja y no tiene una sola puerta. Bueno, estamos mintiendo un poco, hay alguien que sí pisa la calle, y es el propietario de un bar, aunque no siempre fue así.
Estamos hablando de un pequeño callejón del Barri Gòtic entre el Carrer de la Freneria y el Carrer del Verguer, la Calle de Segovia. Hay que fijarse mucho para darse cuenta realmente de que ahí hay una calle. Para la inmensa mayoría de la gente, Barcelona no tiene un Calle Segovia.
Y la tiene desde 1931, que es cuando pasó a llamarse así la antigua Calle de Fiveller. Su antiguo nombre era este por una de las familias más reputadas de la Barcelona de aquella época (estamos hablando de la Edad Media). La calle estaba en los terrenos de la familia y se llamó así hasta que en 1931 el ayuntamiento rebautizó la Calle Ferran como de Fiveller y entonces se le cambió el nombre para evitar confusiones.
“¿Quién tiene las llaves?”, te estarás preguntando. Pues están en manos del propietario del bar, que utiliza la calle como almacén. Si tienes la suerte de que te abra la puerta, poca cosa encontrarás allí excepto una pequeña reliquia esculpida: un símbolo del gremio de los herreros de 1736.[:]