Lo cuentan los consumidores: “Un porro de marihuana de hoy no tiene nada que ver con la hierba que se fumaba hace años. Coloca mucho más”. Tienen razón. El nivel de pureza que se detecta en los análisis de lasplantas de marihuana incautadas en Catalunya se ha multiplicado peligrosamente. Tradicionalmente, la media de pureza era de un 13%, pero ya se han detectado en los laboratorios niveles superiores al 50%. Los nuevos ingenieros de la marihuana están logrando mediante modificación genética una hierba que potencia los efectos psicoactivos del THC(tetrahidrocannabinol). O, lo que es lo mismo, se está produciendo una hierba que coloca mucho más y por consiguiente tiene mayores efectos secundarios. Consumirla agrava peligrosamente los daños que puede producir.
Esa nueva hierba más pura que se produce y cultiva en el nuevo huerto catalán se analiza en los laboratorios de la policía científica de los Mossos d’Esquadra. Estos agentes de bata blanca han elaborado un informe que completa un trabajo de inteligencia que disecciona lo que está pasando con la marihuana en Catalunya. Las cifras son abrumadoras. No hay semana que la marihuana no aparezca en medio de alguna investigación policial. Y cuesta que haya un solo día en el que alguna unidad no se incaute de alguna plantación, exterior o interior, que son las que más han proliferado en los últimos tiempos.
Las nuevas plantas modificadas son más bajas, apenas necesitan agua y dan 4 cosechas
El goteo de incautaciones por separado no impresiona pero, si se suman, las cifras marean tanto como los efectos que produce fumar la sustancia. Unas pocas cifras explican la magnitud del fenómeno. En el 2015 se produjo el punto de inflexión. Ese año, la policía catalana se incautó de cinco toneladas de marihuana en plantaciones, principalmente exteriores. Al año siguiente, la policía, sin ningún plan especial, intervino 14 toneladas, la misma cifra que en el 2017. Esta última cantidad habría sido superior si buena parte de la actividad policial no hubiera quedado resentida por los efectos de los atentados del 17 de agosto y el contexto político posterior al referéndum del 1 de octubre. Pero eso esa otra cuestión. Lo relevante es que las incautaciones de maría se triplicaron de un año para otro y este 2018 lleva un ritmo de operaciones policiales que incita a pensar que se alcanzará un nuevo récord de aprehensiones.
¿Qué está pasando? Esa misma pregunta se la formuló el comisario Rafel Comes cuando tomó las riendas de la Comisaría General de Investigación Criminal. Encargó a la unidad de inteligencia de su departamento un informe detallado sobre la marihuana, un trabajo que analizara el fenómeno desde todos los puntos de vista. El estudio arranca en su introducción con un dato que tener en cuenta. Para empezar, en Catalunya se fuma mucho más que en el resto de España. Según datos del Plan Nacional de Drogas del 2016, un 33% de los menores catalanes de entre 14 y 18 años habían consumido marihuana. Representan un 8% más que en el resto de España.
Los niveles de pureza llegan al 50% y potencian los efectos psicoactivos del THC
El dossier revela que el mapa delincuencial de Catalunya de los últimos tres años se ha visto alterado por la proliferación de unas plantaciones que van desde una habitación en un piso a la totalidad de una masía abandonada o a naves industriales de miles de metros cuadrados en polígonos. Todo vale y cualquier rincón se ha convertido en un buen lugar para plantar y ganar dinero sin apenas riesgos.
El cultivo ha crecido mucho, pero sólo se conocen las cifras de las miles de plantas que los Mossos arrancan en las plantaciones que descubren, hallazgos que muchas veces son posible gracias a que ha aumentado la colaboración ciudadana, bien sea porque de repente todo un edificio se queda a oscuras y saltan los plomos, como ocurrió en varios inmuebles del barrio de La Mina, por el inconfundible olor o por los incendios provocados por los empalmes precarios al sistema de alumbrado público. Asimismo,los técnicos de las compañías eléctricas, como Endesa, han realizado un estudio cuantificando a partir de qué “consumo sospechoso” en un inmueble, local o almacén hay indicios de que en esa estancia se cultiva marihuana.
Todos esos elementos pueden provocar una llamada telefónica y el arranque de una investigación policial que acabe con el desmantelamiento de una plantación, muy grande, mediana o pequeña. Pero, ¿qué pasa con todo lo que la policía no ve y crece bajo las lámparas de sodio que iluminan las plantaciones durante las 24 horas del día? El siguiente dato ayuda a comprender mejor el alcance del problema. En Catalunya existen en la actualidad 717 clubes cannábicos, al que pertenecen 165.000 socios. Cada fumador tiene autorización para consumir unos 60 gramos de marihuana al mes, siempre que tenga más de 21 años, y 20 gramos si tiene entre 18 y 21 años. Sólo para suministrar al mercado legal que abastece los clubes cannábicos se necesitan entre 1.700.000 y 2.500.000 de plantas de marihuana. Los Mossos en el 2017 se incautaron de un 10%, unas 170.000 plantas. ¿Quién cultiva entonces el resto de la hierba que se consume?
Lo que está claro es que la droga no se importa. Catalunya hace tiempo que dejó de comprar marihuana al exterior. Todo lo contrario, se ha convertido, como apunta el comisario Comes, en uno de los principales exportadores de hierba de Europa. En Francia, Italia, Holanda y Gran Bretaña la maría catalana está bien valorada y buscada, por esos altos niveles de pureza que certifican a diario los laboratorios.
Mossos Catalunya
Ese 90% de cultivos que no se ven son los que más preocupan a los responsables policiales, porque son conscientes de que el problema de la marihuana “va más allá del delito contra la salud pública” y es un error plantearlo sólo bajo ese prisma. El enfoque es otro. El negocio es tan lucrativo, que no sólo se han apuntado a él los pequeños delincuentes que dejan de robar para dedicar dos habitaciones de su casa al cultivo de marihuana, sino que empiezan a asentarse en el territorio grupos criminales organizados, una mafia que o bien compra, porque aquí el precio es mucho barato y la calidad es buena, o bien se alía con la delincuencia local para producir y exportar al resto de Europa. Y eso es precisamente lo que ha hecho saltar la luz roja de peligro.
El crimen organizado viene siempre de la mano de la violencia y las armas de fuego. Eso se traduce en homicidios, secuestros, extorsiones y asaltos a punta de pistola. En los últimos dos años se han producido cuatro asesinatos relacionados con el tráfico de marihuana y 41 robos con violencia en domicilios. En los últimos meses se han desarticulado siete organizaciones criminales, una de ellas con vinculaciones en Alemania.
Con una inversión de 6.000 euros se logran beneficios de 260.000 en el primer año
Los beneficios que origina la marihuana son desorbitados. El informe de la policía ha cuantificado las ganancias. Con una inversión de 6.000 euros se alcanzan beneficios de hasta 260.000 euros en solo un año. Se trata de cultivos intensivos, con unas nuevas matas mucho más bajas de altura que apenas necesitan agua y que son capaces de dar hasta cuatro cosechas al año. Con sólo 17 plantas de maría, que ocupan un metro cuadrado, se consiguen 300 gramos de hierba.
Los precios también ayudan a entender el efecto llamada que se está produciendo. En el mercado negro, en la calle, cada gramo de marihuana cuesta 5 euros y el kilo se paga a unos 1.300. En el resto de Europa, el precio medio es de más del doble, de unos 12 euros el gramo, la misma tarifa que en los clubs cannábicos. Aquí la hierba no sólo es más barata, sino también, a efectos de sustancia psicotrópica, mucho mejor.
Fuente: LV